Pretendo con esta bitácora presentar mis reflexiones sobre la situación presente y la posibilidad de seguir pensando en otro mundo posible, mejor para todos, especialmente para los que peor viven. A pesar de los vientos que soplan. O mejor: si somos capaces de hacerlo, aprovechando la fuerza del viento contrario.

domingo, 7 de mayo de 2017

A propósito de las elecciones en Francia

    Siento verdadero pánico ante la posibilidad de que gane Le Pen.
    Pero Macron me suscita una terrible duda:

    ¿No son las políticas que defiende Macron las que alimentan y hacen crecer a Le Pen? ¿Cómo es que, después de que en 2002 todos los partidos se unieran contra Le Pen padre, el neofacismo haya seguido creciendo?

    El crecimiento del partido de Le Pen no es la enfermedad, sino el síntoma. La enfermedad es la pérdida de valores democráticos en la sociedad. Y esa enfermedad la provocan las políticas neoliberales que están cercenando los derechos sociales, los derechos laborales e, incluso, los derechos políticos. Esas políticas que hacen que ser explotado sea un privilegio y que derivan en una falsa concepción de lo que es libertad.

    En estos días he escuchado a “prestigiosos” opinadores defender “la libertad” de aceptar un trabajo sin remuneración, “la libertad” de aceptar un trabajo -como el de las azafatas en determinados eventos deportivos- que convierten a la mujer en un objeto decorativo. ¿Cuántas veces hemos oído a políticos de la derecha decir que es mejor trabajar por 400 o 600 € que estar sin trabajo? El paso siguiente es el los llamados “becarios” que trabajan sin remuneración alguna.

    Los que, de hecho, ya están destruyendo los valores republicanos -libertad, igualdad, fraternidad- son precisamente los que ahora se unen para atacar el síntoma que revela la enfermedad que ellos han causado. Y esto fundamentalmente por una razón: porque la libertad, la igualdad y la fraternidad no se pueden quedar en principios abstractos o en declaración de intenciones de determinadas normas legales, sino que tienen que llegar, para ser verdaderas, al bolsillo, a la economía, en definitiva, a la vida real de las personas.

    ¿O no es aniquilar -convertir en nada- los valores republicanos la demolición sistemática de los derechos de los trabajadores, la destrucción de sus mecanismos de defensa como, por ejemplo, la negociación colectiva? ¿Y el permitir que se pueda trabajar por un salario que no permite una vida mínimamente digna, no es pisotear esos valores?

    Hace ya bastantes años, Pedro Casaldáliga, un obispo brasileño de origen hispano/catalán afirmó con total contundencia: "el neoliberalismo es la muerte". Mucha gente, acosada por una situación de precariedad, desempleo, pobreza de todo tipo, peligro de exclusión social...etc. etc., es decir, por las consecuencias de las políticas neoliberales, adopta actitudes xenófobas, exige políticas de mano dura, cierre de fronteras... porque cree que lo que está haciendo es defendiendo su vida, aunque lo que realmente consigue es cerrar definitivamente el candado que les impide liberarse de sus cadenas, perder la llave que les cierra la puerta a una vida que merezca la pena de llamarse “vida”.

    Si hoy gana Le Pen es que la enfermedad es ya mucho más grave de lo que creíamos; por eso me da pánico.

    Pero si gana Macron y sigue poniendo en práctica políticas neoliberales y antisociales, mucho me temo que en las próximas elecciones francesas no sirva de nada el que todos los demócratas se unan para cerrar el paso al fascismo: de ahí mis dudas.

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